17 de julio de 2007

Esa ciudad inolvidable

Después de un año estoy de vuelta en mi hermosa ciudad natal: Cusco y no ha cambiado mucho; el frio sigue terrible en este época del año (aún así me encanta), las rutas de combis permanecen iguales y mis locales favoritos siguen exactamente donde los dejé. Lo que sí ha cambiado es como la veo yo desde que tuve partir hacia latitudes más cálidas: no sólo es mi eterno bar y discoteca tamaño ent (los árboles que hablan del Señor de los Anillos), sino la ciudad donde puedo relajarme y pensar sin presión alguna: la universidad, mis viejos y todo se aleja como por arte de magia. Y aunque no me trago la huevada de la mística y toda esa nota, no pongo en duda que el caminar por las calles empedradas con un cigarrito en la mano es la actividad más gratificante que he podido encontrar durante cualquier vacación: todo se va y me dejo atrapar por la belleza de la ciudad que me vio nacer, y que me crió.

Este viaje a Cusco da mucho para escribir, y un sólo post es muy poco espacio, además que no quiero pasarme de conchudo en la compu de mi pata (el sólo alojarme y aguantarme ya lo considero bastante), así que no la hago más larga y dejo las fotos y demás para los siguientes posts cuando esté en mi hogar dulce hogar de nuevo.


Plaza de Armas del Cusco,
vista desde la Cuesta del Almirante

11 de julio de 2007

Mario en piano

No hay nada que escribir, asi que este video debe entretener por un tiempo. Además, a muchos nos recordará la niñez y toda la plata que nos gastábamos en el vicio, jugando a ser caballero de la Edad Media, aunque vestido con overol y gorrito rojos, y con bigote. Para los que no todavía no han descubierto que juego es o de que hablo, aquí está: Super Mario.

6 de julio de 2007

¿Donde está la música?

Me gusta la música, es más creo que sin ella la vida se me haría totalmente imposible y demasiado aburrida. Sin embargo, por estos días cualquier atisbo de música que pueda resultarme agradable ha desaparecido. Prendo la radio, no recurro a la música de mi PC porque simplemente me da pereza levantarme de la cama y prenderla; y empieza el rico reggaeton, el latin-pop (un mal remedo de fusión entre merengue y pop en sí) meloso en el cual todas las canciones suenan igual, así que mientras pueda aguanto las radios ochenteras y siempre termino oyendo a los inacabables “Chistosos” o la recién estrenada en Piura: “La Ñ”.

Eso sí, hay que aceptar que el reggaeton, latin-pop, y toda esa nota, son ritmos que para tonear son infalibles, amén de sus cualidades arrechantes y perfecta ambientación para hacer efectivo el plan de la noche (sobre todo en las canciones de latin-pop). Pero escucharlas de modo sistemático…paso, gracias, prefiero reírme un rato con la secuencia del “pollo” en “El especial de humor”.

Ante dicha oferta musical, lo único que se me ocurre pensar es: ¡Devuélvanme mi música! o al menos recuperemos el sonido limpio y las letras que no impliquen ver con ganas a alguna de mis vecinas. Soy conciente que mi gusto musical es imposible de sintetizar en una radio y mucho menos en una discoteca, ya que va desde Armonía 10 hasta Led Zeppelín, pasando por Héctor Lavoe, Sabina, Pueblo Andino, Nirvana y Leuzemia, sólo por decir algunos.

Podrán decir que soy un retrógrado, cavernícola o lo que sea por no aceptar la revolución de los nuevos ritmos, pero después de haber bailado axe en mis épocas de colegial me prometí dedicar mi oído a la buena música. En todo caso, a nadie mataría que en la popular “Studio 92” pasen una canción de Leuzemia, ni mucho menos que en la discoteca de moda pongan a “El Rey de la Puntualidad” (Lavoe) de cuando en vez.

Tal vez así, por un día pueda ir a bailar (al menos en Piura) sin tener que quejarme de la música mientras me empujo un tacu-tacu de “La Choza” a la salida, me imagino que podré escuchar la radio sin tener que apagarla al instante o sin cambiar de estación. Y cómo el tiempo no se puede retrocede, y por lo tanto no puedo regresar a mis tiempos de cole cuando en “El Muki” ponían de todo, sigo insistiendo en que me devuelvan mi música; y que mejor ejemplo que el video de la canción poseedora del mejor solo de guitarra de la historia (grande Jimmy Page).



3 de julio de 2007

Robotech o Transformers: no importa la inteligencia artificial está con nosotros

La inteligencia artificial ha llegado, pero lamentablemente no es el adorable robotcito que todos esperábamos para que nos arregle el cuarto y nos brinde compañía incondicional. En vez de seres de metal, tenemos a personas que operan de manera bastante similar a los lindos autómatas que crean los japoneses día a día.

No piensen mal, no estamos sufriendo ninguna invasión, ni mucho menos. Esta IA (o como quieran llamarla) se da de forma individual: es gente que lo único que desea es romperse la cabeza con conocimientos que sólo les ayuden a pasar un examen y sobresalir en la universidad. La consecuencia de esto: no conocen nada más que la biblioteca y las separatas, su mejor amigo no es un balón, sino su cuaderno y cualquier tipo de vicio o gusto que no sea intelectual está prohibido.

Ojo, no está mal el querer saber más y cultivarse mentalmente, sobre todo en estos tiempos, pero estudiar 30 horas a la semana o pedir al profesor que tome más material en el examen me parece una exageración. Tampoco se trata de defender el mínimo esfuerzo, sin embargo, ¿cuál es el punto de quedarse encerrado toda la tarde en la biblioteca sólo porque si? ¿No hay acaso cosas que ver o hacer que también ayuden a que uno conozca más? ¿Dónde queda socializar o conocer más gente?

La única fuente de conocimiento no está en los libros, una mucho más útil se da en el mundo del día a día y en las personas que nos rodean. No por nada el diablo sabe más por viejo que por diablo. Sin embargo, por lo general se reconoce al “comelibros”, al robot que se sabe todas las teorías, pero que lamentablemente no las puede, o no las sabe, aplicar; de ahí que pongan el grito en el cielo si el profesor le da más peso a un trabajo a una pregunta práctica.

Después de tres años de universidad sigo sin entender el por qué de encerrarse en los libros y negarse a conocer lo que está a la vuelta de la esquina. No le veo la necesidad a quedarme metido en mi cuarto todo el día leyendo, cuando puedo irme al cine o a algún museo. No creo que el tomarme una cerveza, o varias, y fumarme un eventual puchito me haga menos inteligente, menos aún el querer conocer lo que está a mi alrededor.

Pienso que una buena conversación me puede ser mucho más útil que aprenderme de paporreta una separata, no considero pérdida de tiempo irme un par de horas al Mega a disfrutar un momento de relax con mis amigos, tampoco menosprecio ni miro mal a nadie que sepa más, o que obtenga mejores resultados que yo… ¿mañana me puede tocar a mí no?

En resumen: No quiero ser un robot, y ¿ustedes?