6 de mayo de 2008

En la U también me da calor (por eso quiero ir en short)

En Piura hay un decir popular bastante extendido: “Acá sólo hay dos estaciones: infierno y verano” Y razón no les falta, con casi cuarenta grados en verano (infierno mejor dicho) el calor es insoportable y lo último que uno quiere es tener que andar en pantalones; peor aún si hay un examen a las tres de la tarde; todo en pro de la “vida universitaria” y las “buenas maneras”.


Sin embargo, ¿es posible que una persona usando shorts afecte a tal punto dicha vida universitaria que causaría un derrumbe total de ésta? La respuesta es obvia y se inclina a una negativa, por el simple hecho que tener las piernas al descubierto no afectará ni la concentración, ni el estudio y mucho menos causará trauma social alguno. Más bien, ese alumno estará de mejor humor y tendrá mayor voluntad para cumplir sus deberes académicos.


No existe ninguna norma explícita que prohíba lo anterior, ya que según el Ideario de la UDEP el alumno quiere presentarse así al campus, debido a que se busca “Proporcionar formación integral y preparación profesional a sus alumnos, de modo que puedan servir eficazmente a la sociedad” ¿Me convierte en mala persona, o ciudadano irresponsable el usar ropa más cómoda y adecuada al clima de la ciudad? Lo dudo, es más puedo serle más productivo al mundo sin tener que preocuparme de la irritación que tarde o temprano aparecerá en mi zona pélvica fruto de sudoración excesiva.


Es más, el ex-Director de Estudios de la UDEP publico en la primera edición del diario Campus: “…se trata de generar una cultura universitaria que oriente la conducta de quienes somos universitarios” y unas líneas más abajo se puede leer: “La forma de vestir es una forma de dialogar. Tanto así es que las personas se visten tal y como quieren ser tratadas” Según esta lógica, una chica que va con falda negra y polo blanco quiere ser tratada como monja, la que va con polo sin mangas se acerca a “mujer de la calle” y si un hombre llega en short y zapatillas es micro comercializador de drogas o músico sin futuro. Si se mantiene tal lógica no me sorprendería que en los siguientes cinco años implanten el uso de uniforme.


Tampoco es que uno vaya a presentarme a clases como si recién saliera del mar o que una mujer se aparezca lista para entrar a la discoteca de moda; eso es irrespetuoso y linda con la sociopatía. Sin embargo, no afectará ni al profesor, ni al resto de alumnos que alguien llegue con una bermuda limpia, bien planchada y con la que tranquilamente sea recibido en la casa de la abuela para almorzar los domingos.


Sin embargo, la afrenta máxima a la vida universitaria es cualquier prenda o gesto que invoque sensualidad. Es obvio, por que de los casi 6 mil alumnos el 99% son depravados y sabe Dios qué correría por sus cabezas. Bueno, este porcentaje no existe y a fin de cuentas el enfermo será enfermo así implanten el kimono como uniforme.


No afecta en absolutamente nada que una chica, simpática o no, quiera ir con algo cómo para soportar el calor (vuelvo al punto que eso no implica que vaya como para la discoteca) Probablemente atraiga miradas, algunas lascivas también, pero no perturbará la paz del campus más que un pavo real chillando a media mañana.


Dudo seriamente que si algún día me aparezco en shorts origine alguna hecatombe que cause revueltas estudiantiles, genere el desmayo de algún profesor o signifique una falta de respeto, peores cosas se ven en la puerta del campus y nadie dice o hace nada. Tampoco empezaré a corretear a cuanta chiquilla en polo de “tiritas” haga su ingreso, ya que como canta Fito Paez: "La estupidez del mundo, nunca pudo y nunca podrá... Arrebatar la sensualidad".

Nota del redactor: Este texto lo realicé para el curso de Géneros Argumentativos, aunque ciertas palabras fueron cambiadas en el trabajo final que presenté. No lo escribí por puro caprichoso o "rebelde sin causa" como me dijo un compañero, ustedes saquen sus propias conclusiones.