24 de setiembre de 2007

Paucartambo: Hermosa tierra, tierra bendita

Chela, patas, buena música y el sitio al que esperé tanto para regresar. Como dice una publicidad: para el resto está esa tarjeta roja y amarilla. No sé ustedes, pero una noche como esa, es difícil de olvidar. Creo que después de mucho tiempo realmente me divertía: la última vez que bailé estaba por demás ebrio en el Mega, las chupas previas se opacaron por ocasionales escándalos o borradas de cinta rochosas, peleas con la enamorada no faltaron y desplantes tampoco.

Quema de castillos

Así que esta vez estaba decidido a pasarla bien. Y antes que nada hubo un respectivo caldito de gallina (que parecía que la habían dinamitado en vez de presarla) y tres horas de supuesto descanso en nuestra sucursal del Monasterio, que se pasaron entre la final de la Copa América, el “sargeant” del Chos, el topito del Gamiazo y la colchoneta que me perdieron.


Juré, e hice jurar a mis patas (mediante la promesa de borrachera responsable), que esa noche sería antológica, que al final podríamos cantar nuestros huaynitos sin lamentar la borrachera violenta de alguno o la huevada que hizo el otro. No nos importó asfixiarnos en humo de pólvora porque vimos la quema de castillos en sitios de lujo y con vendedora de chela al costado. Nos llegó tener que comer raspado de olla, previo florazo a la cocinera, consistente en cabeza de cuy, capchi, pastel de tallarín y arroz en el cargo de Contradanza; para después escaparnos como si estuviéramos en Lurigancho.

Total, ¿para qué necesitábamos un cargo? Hicimos el nuestro en media plaza con anticuchos de a luca y la agüita de cebada a raudales pagada por nosotros, todos estaban invitados siempre y cuando pasaran el visto bueno de la organización central. Recorrimos el pueblo para entregar un pedido para otro cargo, y de paso para ganarnos el almuerzo del día siguiente, mientras alegremente empezamos el proceso de vaciado de la caja que compramos.


Pasaron cuatro cajas de litro cien, como seis anticuchos de a luca, un plan fallido por culpa del enamorado inoportuno, harto zapateo de los ricos huaynos tocados por las bandas que pasaban y la comprobación de que las chicas también pueden aguantar toda la noche. Finalmente, a media hora de que salga el sol nos retiramos a nuestra suite para aprender que los borrachos tenemos derechos y que primero debo fijarme bien donde está la puerta antes de levantarme para ir a cumplir ciertas necesidades básicas.


Dormí a lo mucho dos horas, y como es de esperar parecía un fantasma, pero aparte de la ansiedad por la resaca que nunca llegó, me sentía como nuevo. Mientras comía mi adobo de desayuno en compañía del Momón y del Ñaña, me di cuenta de porque debo regresar el próximo año: para hacer exactamente lo mismo y mejorarlo, sólo así podré pagarle a la Mamacha y la hermosa tierra, tierra bendita que es Paucartambo.


1 comentario:

Anónimo dijo...

gringo tienes toda la razon, regresar y repetir lo mismo, paucar es lo maximo...una vez mas ABC(en ingles)tado paucartambo...momon